.
Un agudo dolor atraviesa mi cabeza. Abro los ojos pero está demasiado oscuro para que pueda ver nada. El lugar donde me encuentro está en completo silencio a excepción de mi respiración agitada y el latir de mi corazón.
Me muevo en la silla en la que estoy sentada y me doy cuenta de que tengo las manos atadas. Intento recordar dónde estoy pero solo tengo recuerdos confusos y rastros de sangre.
La ansiedad se apodera de mí, no hay forma de que pueda salir de aquí. Intento levantarme a pesar de que estoy atada a una silla, pero apenas consigo moverme cuando un dolor proveniente del lateral de mi cuerpo hace que me encoja y suelte un gemido de dolor que recorre la vacía sala donde me encuentro.
Entonces lo oigo, unos pasos se acercan parsimoniosamente a mí. Noto su presencia mientras un leve olor a whisky y tabaco se expande por la sala. Mantengo la respiración aun cuando sé que probablemente estoy frente a la persona que me ha traído aquí. Se para cerca de mí. Sabe dónde estoy pues cuando habla, con una voz áspera y ronca, lo hace en mi dirección.
– Hola preciosa.
– ¿Quién eres? ¿Qué quieres?
– Soy tu nuevo mejor amigo y te quiero a ti
Autora: Marta Brines